martes, 29 de septiembre de 2009

La importancia de llamarse Ernesto


-Desde que la conocí la admiro más que a cualquier muchacha que haya conocido desde... que la conocí.
-Sí, me he dado perfecta cuenta y desearía que al menos en público lo demostrara más. Usted ejerce sobre mí una irresistible fascinación. Incluso antes de conocerlo no me eran usted indiferente. Vivimos en una era de ideales y mi ideal ha sido siempre amar a un hombre llamado Ernest. Hay algo en su nombre que inspira confianza absoluta. El día que Angie mencionó que tenía un amigo llamado Ernest supe que estaba destinada a amarle.
-¿Realmente me amas?
-Apasionadamente.
-¡Oh! Querida, no imaginas lo feliz que me haces...
-Mi Ernest...
-Eh... ¿te refieres a que no podrías amarme si no me llamara Ernest?
-Pero tú te llamas Ernest.
-Eh... sí, sí, ya lo sé pero ¿y si me llamara de otro modo?
-Oh, eso es una simple especulación metafísica y como toda especulación metafísica no tiene nada que ver con los hechos de la vida tal como la conocemos.
-Personalmente, queirda, para serte sincero a mí no me gusta llamarme Ernest, creo que no me sienta bien.
-Te sienta perfectamente, es un nombre divino, tiene múscia propia y produce vibraciones.
-No sé, debo decirte que hay nombres mucho más bonitos. Yo creo... que Jack, por ejemplo, es más bonito.
-Jajaja,¿Jack? He conocido a varios y todos sin excepción son poco atractivos. El nombre que da seguridad es... Ernest.

No hay comentarios: